Diciembre ya está aquí, y no puedo evitar pensar como ha pasado el tiempo. Y es que con la llegada de este mes, no sólo entramos el periodo de las Navidades, esa época en la que se nos obliga a estar felices y a pasar tiempo en familia, sino que también llegamos al final del otoño. Y como es propio de esta estación, que ya está terminando, las hojas de los árboles han pasado de las ramas a ocultar las aceras y los colores se apagan y se vuelven más oscuros.
La semana pasada regresé a mi tierra, a Galicia. Y no hay mejor satisfacción que de vez en cuando rencontrarse con tus raíces y abandonar el ruido y la rutina de la capital. Desde el primer momento que pisas tierra gallegas notas que respiras diferente, que el aire es más puro y limpio y hasta la luz no es la misma que en Madrid. En definitiva hay algo diferente.
No hay comentarios :
Publicar un comentario